lunes, 6 de mayo de 2013

Comunión de movimientos


Fui una de las ausentes a la clase de movimiento. Sin embargo no sé si debo o no escribir reflexiones respecto a ello. Pienso que no, que es patudo hacer una reflexión de una sesión que no viví, de todos modos prefiero hacer públicos los pensamientos y sentimientos que puedo tener (de la sesión no vivida, de los otros movimientos experimentados, o de otro punto de vista: de los no movimientos, tan sólo un juego de palabras) porque esto es parte de mis responsabilidades académicas también.

Ese martes falté a clases no en un acto de rebeldía (los motivos detallados no merecen ser publicados) sino más bien porque hubo otros movimientos y latires que guiaron mis pasos hacia otros rumbos, otros senderos que urgían de mi presencia en determinados lugares. Y simplemente me fui de la u…

Fue una tarde de harto movimiento, no desde los zapatitos que se mueven para guiar nuestra corporalidad, ni aquellos masajes que nos conectan como compañeros, tampoco tuve palabras que escoger, de ninguna forma; representar esa palabra. De cierta manera cuando mis compañeros me contaron a grandes rasgos lo vivido en la sesión, tuve ganas de estar en esa clase. Pero el tiempo no se guarda en una cinta y tampoco nos permite rebobinar . Debo reconocer que probablemente si estuviera en esa misma situación escogería nuevamente esos otros movimientos. Lamentablemente la vida también se trata de escoger, de decidir, de dejarse atrapar por la coyuntura, de no engolosinarnos con las opciones, se trata de moverse en algunos caminos. Esa tarde escogí otros movimientos.

Hablo de los movimientos que germinan  desde la sangre que fluye por nuestro cuerpo, que nos impulsa a dar saltos al vacío a veces, a lanzarnos y atrevernos a vivir esta vida, y otras vidas también…  Hablo de los movimientos que nos hacen sentir muy presentes, muy conectados. Pienso hoy en la “compasión”-no desde una connotación negativa-sino más bien desde lo que etimológicamente nos recuerda: Sentir con el otro. Ese movimiento es el más lleno de vida, de amor, de creatividad también.



Y volviendo a la sesión… Creo que los zapatitos cuando se movían en la clase, tenían mucho de compasión,  imitada por los asistentes a ese encuentro, compartida en un espacio de sagrada comunión, vinculando cuerpos y sentires, compadeciéndose. Yo no había pensado en los zapatos de mi vida, pero hoy me hace mucho sentido. Resuenan esas pisadas, rigen mi existencia esos cordones atados, desatados, esa coordinación inexorable entre ambos, soy una parte de ese par y no quiero dejar de serlo!
Supe también que esa clase había tenido de un ratito masajeado (¡qué delicia!) Probablemente usted que lee esto no sabía que una de las cosas que más amo hacer en la vida es hacer masajes. He hecho varios cursos de varios tipos de masajes, he cobrado por algunos, he hecho más gratis, pero siempre lleva harto de amor. Un día pensé en lo natural, en lo espontáneo que es masajear a otro, como un acto de conexión, de cariño, de entrega, de besos, de abrazos, de locura y milagros. Y me encantó la idea de que fuera inherente a las personas o a los seres vivos el querer masajearnos, tocarnos, sentirnos. Pensé luego en por qué debía entonces tomar cursos para aprender técnicas sobre cómo masajear, era algo que estaba en mí y sólo debía dejarme fluir (movimientos de energías, de brazos, de manos, movimientos de amor) y entonces me acordé de las reflexiones de un hermano respecto de las pinturas, invitándome a sus clases: “Stef, ir a eso es como descubrir el paraíso, uno sabe pintar, si es lógico, pero en las clases es ver desplegado todas las otras opciones de pintar que uno no había imaginado, es dejarse deleitar” y eso he hecho yo, he permitido que los masajes me seduzcan, que me inviten a crear vínculos corporales, una pequeña entrega desde alguien que no abraza mucho, que no besa mucho. Con esa excusa de masajear podemos movernos juntos, como bailarines sincronizados, como la energía que nos envuelve, que nos une.

¡Benditos movimientos que nos hacen comunidad, que nos hace amarnos, que nos hace descubrirnos!



Yo andaba en otros movimientos, moviéndome con ustedes también.

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